oración vocacional

                               ... con vosotros desde 2005


ORVOC

ORACIÓN POR LOS MÉDICOS Y PERSONAL SANITARIO

www.aleteia.org 


Padre del cielo, a ti que lo puedes todo:
te pedimos por las personas dedicadas a cuidar la salud de los demás.
Llénalas de amor, protégelas de la enfermedad y la ansiedad,
cuida sus cuerpos, mentes y espíritus, y también a sus familias.
 

Sé Tú su fuerza y su paz
para que puedan realizar su trabajo con acierto, responsabilidad y compasión.
Dales prudencia a la hora de tomar decisiones y confianza siempre en Ti.

 

Que su dedicación se vea apoyada por un compromiso político honesto
para que todas las personas puedan acceder

a los tratamientos que necesitan para sus enfermedades.

 

Te pedimos por los que han perdido su vida
ayudando a los enfermos a recuperarse:
médicos, enfermeros, terapeutas, auxiliares,
personal de limpieza, voluntarios, especialistas
y otros trabajadores sanitarios y asistenciales.
Los que conocemos y tantos héroes anónimos…

 

Virgen de la Salud, cuida las manos y los corazones 
de todo el personal sanitario;
cuida la vocación de quienes se preparan 
para ofrecer este precioso servicio a la sociedad.

Amén.




ORACIÓN POR LAS VOCACIONES AL SACERDOCIO

Benedicto XVI, Jornada de Oración por las Vocaciones, 2006


Padre, 
haz que surjan entre los cristianos
numerosas y santas vocaciones al sacerdocio,
que mantengan viva la fe
y conserven la seductora memoria de tu Hijo Jesús
mediante la predicación de su palabra
y la administración de los Sacramentos
con los que renuevas continuamente a tus fieles.

 

Danos santos ministros del altar,
que sean solícitos y fervorosos

 custodios de la Eucaristía,
sacramento del don supremo de Cristo
para la redención del mundo.

 

Llama a ministros de tu misericordia
que, mediante el sacramento de la Reconciliación, 
derramen el gozo de tu perdón.

 

Padre,
haz que la Iglesia acoja con alegría
las numerosas inspiraciones del Espíritu de tu Hijo
y, dócil a sus enseñanzas,
fomente vocaciones al ministerio sacerdotal.
 

Fortalece a los obispos, sacerdotes, diáconos,
a los consagrados

y a todos los bautizados en Cristo
para que cumplan fielmente su misión
al servicio del Evangelio.

 

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.

 




ORACIÓN POR LAS RELIGIOSAS Y RELIGIOSOS

Fabián Martín, agustino recoleto

 

Oh, Espíritu de amor,
que engalanas a tu Iglesia
con diversos dones y carismas
para enriquecerla en el servicio de la caridad,
haz que los consagrados que pusiste en el mundo para ser luz y sal
no dejen de experimentar pasión por el Evangelio, pasión por la humanidad.

 

Oh, Espíritu de Dios,
que de entre los bautizados
suscitas el seguimiento de Cristo
para multiplicar en el mundo la belleza de la fe,
haz que aquellos que hacen de esta aventura la norma principal de vida,
busquen lo único necesario: la orientación de su mirada a la fuente del Amor.

 

Oh, Espíritu del Señor resucitado,
que avivas el ardor por las cosas de Dios,
despierta en entre tus hijos la vocación de profetas
para anunciar al mundo que estás más vivo que nunca;
haz que quienes viven en ti y por ti con un corazón indiviso
conduzcan a los tristes, pobres y olvidados al gozo de la esperanza.

 

Oh, Espíritu de vida,
que haces nuevas todas las cosas,
atrae con suavidad la atención de los que eliges
para que respondan con prontitud a tu invitación,
y haz que no falten en tu Iglesia testigos creíbles de tu ternura
que esparzan la buena semilla de tu Palabra en el corazón de la tierra.

 

Oh, Espíritu de santidad,
que habitas en los dóciles de corazón
y los invitas a vivir la perfección de amor,
fecunda a los consagrados con gérmenes de virtud
de tal modo viviendo la pobreza, la obediencia y virginidad,
fulguren con atractivo en la sociedad y espiren el buen olor de Cristo.

 

Oh, Espíritu de luz,
que iluminas el sendero de los que confían en ti,
haz que los consagrados a ti por particular vocación
encaminen sus pasos tras la luminosidad de tus huellas,
y atentos a la voz de tu Palabra, se den a sí mismos a los demás,
discerniendo siempre cómo te manifiestas en los signos de los tiempos.

 

Oh, Espíritu de Jesús,
concede a las familias religiosas
el apreciado don de la conversión,
para ser comunidades significativas en tu Iglesia,
expresión de relaciones sólidas y de un diálogo siempre posible,
y maestros y testigos tenaces del encuentro contigo en la oración.





A la Virgen del Magníficat por los laicos

 San Juan Pablo II

Oh Virgen santísima
Madre de Cristo y Madre de la Iglesia,
con alegría y admiración
nos unimos a tu Magnificat,
a tu canto de amor agradecido.

Contigo damos gracias a Dios,
cuya misericordia se extiende
de generación en generación,
por la espléndida vocación
y por la multiforme misión
confiada a los fieles laicos,
 
llamados por su nombre
a vivir en comunión de amor
y de santidad con Él
y a estar fraternalmente unidos
en la gran familia de los hijos de Dios,
 
enviados a irradiar la luz de Cristo
y a comunicar el fuego del Espíritu
por medio de su vida evangélica
en todo el mundo.


Virgen del Magnificat,
llena sus corazones
de reconocimiento y entusiasmo
por esta vocación y por esta misión. (…)


Virgen valiente,
inspira en ellos fortaleza de ánimo
y confianza en Dios,
para que sepan superar
todos los obstáculos que encuentren
en el cumplimiento de su misión.
Enséñales a tratar las realidades del mundo
con un vivo sentido de responsabilidad cristiana
y en la gozosa esperanza
de la venida del Reino de Dios,
de los nuevos cielos y de la nueva tierra.

Tú que junto a los Apóstoles
has estado en oración en el Cenáculo
esperando la venida del Espíritu en Pentecostés,
invoca su renovada efusión
sobre todos los fieles laicos, hombres y mujeres,
para que correspondan plenamente
a su vocación y misión,
como sarmientos de la verdadera vid,
llamados a dar mucho fruto
para la vida del mundo.


Virgen Madre,
guíanos y sostennos para que vivamos siempre
como auténticos hijos
e hijas de la Iglesia de tu Hijo
y podamos contribuir a establecer sobre la tierra
la civilización de la verdad y del amor,
según el deseo de Dios
y para su gloria. Amén.

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