oración vocacional

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VISITACION


AUTOR

       

Rogier van der Weyden o Rogier de la Pasture, nació en Flandes, Tournai ,entre 1399 y 1400. Hijo de un maestro Cuchillero, creció en el ambiente confortable de la clase en ascenso de los comerciantes y artesanos.


Incluso pudo haber adquirido formación universitaria. En 1426 fue honrado por la Ciudad como Magíster Rogier de la Pasture y comenzó su carrera de pintor al año siguiente (27 año). Fue entonces, el 5 de marzo de 1427, cuando Rogier se inscribió como aprendiz en el taller de Robert Campin, el pintor más importante en Tournai y decano del gremio de pintores. Rogier permaneció en el taller de Campin durante cinco años, convirtiéndose en maestro independiente de la corporación el 1 de agosto 1432.


Jan van Eyck, el gran pintor de Brujas, también influyó profundamente en el artista en desarrollo. Rogier podría haber residido allí entre 1432 y 1435, llegando a conocer bien el estilo de Van Eyck.


En 1435, Rogier, ahora un maestro maduro, se instaló en Bruselas, la ciudad natal de su esposa, Elizabeth Goffaert, con quien se había casado en 1426. Al año siguiente fue nombrado pintor de la ciudad, y fue en este tiempo cuando comenzó a utilizar la traducción flamenca de su nombre (Van der Weyden). Rogier permaneció en Bruselas el resto de su vida, aunque nunca rompió por completo sus lazos con Tournai.


El ya famoso pintor visitó Roma durante el Jubileo del 1450. Fue calurosamente recibido en Italia. Están recogidos los elogios de Bartolomeo Fazio, humanista, y del eminente teólogo Nicolás de Cusa; Rogier también recibió encargos de la familia Este en Ferrara y de la Medici de Florencia.


En los últimos 15 años de su vida llegaron los premios a la vida de Rogier, pintor de renombre internacional y ciudadano ejemplar.


Antes de su muerte, el impacto de Van der Weyden se extendió mucho más allá de sus colaboradores inmediatos. El arte de Van der Weyden fue también un vehículo para la influencia del estilo flamenco en toda Europa, y durante la segunda mitad del siglo XV su influencia está patente en la pintura de Francia, Alemania y España.


Herbert Leon Kessler, Enciclopedia Británic





LA VOCACIÓN ES SALIR A LOS CAMINOS


Por aquellos días, María se puso en camino y fue deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá.

Entró en casa de Zacarías y sakudó a Isaberl (Lc 1, 39-40)

 

Van der Weyden nos muestra otro rostro de la vocación. Dos mujeres, madres, se encuentran en el cariño y en el respeto, en la mitad de los caminos del mundo.


La Anunciación a María se nos muestra en el recogimiento de la propia celda. La Visitación en medio del camino a la luz diáfana del mediodía. Nos hay una sin otra. María sale al camino porque ha conocido en su Anunciación que Isabel está de seis meses.


No existe la revelación ensimismada, la que termina en sí mismo. Existe el lanzarse a los caminos porque el Señor nos abre los ojos y nos empuja.


María sale presurosa. La misión, lo que el Señor nos pone por delante, no admite retrasos.


Es una figura muy hermosa la de las dos mujeres. Representación de las alianzas y representación del encuentro respetuoso y admirable del Dios encarnado con la humanidad cansada de años. Es como el milagro del agua en vino. Nosotros ponemos el agua, ponemos nuestro ser vulnerable y limitado y el Señor, por medio de María, pone la vida inmortal y exultante.


El Señor cuenta con nosotros. Ahí está el secreto de las actuaciones de Dios. Dios nos ha creado y nos respeta hasta el punto que él mismo se somete a las condiciones de nuestro peregrinar para establecer su obra de salvación, el establecimiento del Reino.


La respuesta de María es durante la misión, no antes ni después sino en el ir y venir. San Lucas nos deja en el relato de la Visitación el Magnificat de santa María. La alegría exultante de la Virgen, su gratitud ante el Señor que mira a los pobres y humildes y aparta a los ricos y engreídos ha sido y será siempre en la Iglesia el modelo de respuesta ante la llamada: Alegría y gratitud, fiesta eucarística para siempre.


DESCRIPCIÓN DEL CUADRO


La Visitación, c. 1440 (Interior del ala derecha)
Tríptico de la Anunciación, óleo sobre tabla de roble, 86 x 92 cm (panel central),

87 x 36,5 cm (cada ala). Tabla central, Museo del Louvre, París.

Tablas laterales, Galería de los Saboya, Turín.


Estamos ante un pequeño cuadro en el que hay que fijarse con atención. Es de esas pequeñas joyas que tienen una gran potencia, que nos atraen y nos hablan.


Pintura flamenca del siglo XV. El cuadro de la Visitación nos muestra a la Virgen María y a santa Isabel de cuerpo entero en el mismo plano que el espectador y sobresaliendo del escenario. La composición de las dos mujeres se establece sobre diversos círculos y áreas redondeadas como corresponde a la representación de dos mujeres encinta. Más claramente en la Virgen que en Isabel, la cual está un poco encorvada como anciana que es.


El gesto que centra todo son las tres manos que vemos en la pintura. La mano izquierda de Isabel tocando el vientre de María doblada un poco hacia arriba, no reposa sino que solicita y lo hace con cierta urgencia porque aprieta. La mano izquierda de María reposando sobre el vientre más abultado de Isabel, palpando la vida. La mano derecha de María recogiendo el manto de quien viene fatigada de caminos. Las manos que están sobre el vientre de las dos mujeres forman un lazo cruzado de santa alianza.

El color de los vestidos nos muestra de quienes están embarazadas. El rojo anuncia el martirio de Juan Bautista, el azul profundo anuncia el cielo en la noche en que llegó el Señor hecho Niño.


El camino viene de lejos y de abajo. Su destino es esa casa solariega principal, que está sobre la colina, que la Virgen subió a las montañas de Judea. En primer término, abajo a la derecha, un seto recoge flores del campo. Esa valla baja de mimbres que es todo un detalle del amor con que los labriegos cuidan sus campos, sus caminos.


El espectador no puede por menos quedarse absorto en la contemplación de las dos figuras femeninas y de ellas, en sus manos. Las manos en el vientre, en la vida que llega, las manos que entrelazan la antigua y la nueva alianza, las manos que solicitan y bendicen.

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